El COVID-19 ha generado y está generando una multiplicidad de efectos en relación a las necesidades y deseos de las personas, así como en los modos de habitar. Asimismo, nos ha ayudado como sociedad a replantearnos los modos en los que habitamos, y los modos en que podemos habitar para lograr, entre tod@s, construir comunidades más sostenibles, responsables, eficientes y cohesionadas.
En efecto, la búsqueda por vivir de un modo más sostenible se presenta tanto como una tendencia como un imperativo para lograr una mejor calidad de vida tanto individual como colectiva, y satisfacer las necesidades y deseos que hoy visualizamos con mayor claridad.
Primero lo primero, ¿Sostenibilidad?
El concepto de sostenibilidad puede ser definido como la “satisfacción de las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades”. En este sentido, se trata de un concepto multidimensional que incluye:
- Dimensión ambiental (protección de la naturaleza y al uso responsable de los recursos)
- Dimensión económica (generación de riqueza de forma equitativa, equilibrada y duradera)
- Dimensión social (generación de cohesión social y mecanismos de participación para alcanzar niveles satisfactorios de calidad de vida)
Y entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de habitar de un modo más sostenible?
La sostenibilidad en la vivienda puede interpretarse desde dos niveles interrelacionados.
Un primer nivel, que podemos llamar “estructural”, lo componen todos aquellos aspectos que “nos vienen dados” al momento de alquilar o comprar una vivienda. En este nivel se engloban, por ejemplo, las técnicas y materiales de construcción utilizadas, la existencia o inexistencia del fomento a los hábitos sostenibles dentro del espacio cohabitado (edificio, urbanización, barrio, etc), la instalación de energías renovables, la gestión eficiente y responsable de materiales y agua, etc.
Un segundo nivel, que podemos denominar como “comportamientos” está vinculado con los hábitos (tanto individuales como colectivos) que podemos adoptar para lograr una mayor sostenibilidad diaria. Tanto si vivimos en un espacio que estructuralmente es sostenible, como si vivimos en un espacio más tradicional, las decisiones que tomemos en el nivel de los “comportamientos” impactan, y mucho, en nuestra calidad de vida individual y de las personas con las que convivimos, como en nuestra comunidad de vecin@s y nuestro entorno en general.
En este marco, podemos también pensar la vivienda y nuestros modos de habitar de acuerdo a la triple dimensión de la sostenibilidad: ambiental, económica y social.
- Ambiental: En materia de vivienda, cuando hablamos de la dimensión ambiental de la sostenibilidad nos referimos específicamente a aquellos aspectos tanto estructurales como de comportamiento que hacen al uso eficiente, consciente y racional de los recursos naturales, y que guardan una relación de responsabilidad para con el medioambiente: economía circular, reciclaje, uso de materiales no tóxicos y de técnicas de construcción que no impacten en el medioambiente, edificios que no sólo consumen energía sino que la producen y donde la misma proviene de fuentes renovables, espacios verdes, fomento de la biodiversidad, entre otros aspectos.
- Social: Esta dimensión hace referencia especialmente a la búsqueda activa por generar cohesión social y mecanismos de participación que posibiliten alcanzar niveles satisfactorios de calidad de vida: espacios que promueven actividades formativas e informativas, que nuclean a vecin@s y les impulsan a tomar acción por aquellas cosas que les afectan, solidaridad entre vecin@s con diferentes necesidades.
- Económica: La dimensión económica de la sostenibilidad en la vivienda hace referencia a poder generar instrumentos que garanticen estabilidad, tasas de esfuerzo menores, promoción del desarrollo económico local y mayor eficiencia en la gestión de los presupuestos, tanto individuales como colectivos.
¿Qué medidas podemos adoptar entonces?
A nivel ambiental podemos:
- Reducir el consumo de energía: aparatos eficientes, apagado completo, uso racional, evitar las secadoras. ¿Puedes generar energía desde tu casa?
- Climatización responsable: regular la temperatura, adaptar los sistemas a las necesidades (calor/frío instantáneo o prolongado), vestirnos de manera adecuada a las condiciones climáticas. ¿Puedes evitar la radiación directa sobre tus ventanas en verano?
- Uso racional del agua: aireadores en grifos, cargas de cisterna, calentadores eficientes, recolección de agua de lluvia, filtros para agua de consumo, lavados menos frecuentes.
- Reducir, reutilizar, reparar, reciclar: no compres más de lo necesario, reutiliza todo lo que puedas o comparte/vende lo que ya no necesitas en lugar de tirarlo, repara las cosas que se estropeen (compra pensando en eso también).
- Consumir responsablemente, evitando los plásticos y los productos con mayor impacto negativo, separar los residuos por tipo de material y reciclar. ¿Puedes hacer compostaje?
- Rodéate de plantas o incluso produce tus propios vegetales. Mira a tu alrededor, hay cantidad de espacios desaprovechados donde se podrían plantar vegetales comestibles o facilitar una mayor biodiversidad.
- Si vives en un edificio antiguo o con deficiencias, valora con tus vecin@s acometer hacer una rehabilitación energética ¡es el momento!
A nivel social podemos:
- Respeta a l@s demás y no hagas ruido en horarios de descanso.
- Habla con tus vecin@s, tal vez podéis poneros de acuerdo para crear una comunidad energética.
- Desplázate andando, en bicicleta, transporte público o compartido, o en vehículos sostenibles.
- Involúcrate con tu comunidad, apoya iniciativas por el bien común, comparte tu sabiduría y habilidades con todos cuantos puedas, participa!
- Sé exigente con quien te representa, demanda contenedores de reciclaje, mejor transporte público, alumbrado eficiente, más espacio para el peatón, sistemas separativos de aguas, más zonas verdes…
A nivel económico podemos:
- Compra en el comercio local, sé exigente y responsable con lo que compras.
- Organízate con tus vecin@s para realizar compras conjuntas en alimentos, productos de limpieza y más. Reduce los desperdicios.
- Comparte herramientas y equipamientos con tus vecin@s y crea un sistema de préstamo que permita su fácil intercambio al uso.
- Mira a tu alrededor. Colabora con personas, organizaciones y comercios de tu Barrio y ayúdales a desarrollarse y crecer.