Los procesos de co-diseño o co-creación se basan en el concepto de diseñar con y para los usuarios de un producto, servicio o espacio. Ésta es una perspectiva innovadora que flexibiliza la concepción del diseño anteriormente entendida como un proceso individual que concebía ideas y soluciones elaboradas desde el diseño y los diseñadores, hacia los usuarios y consumidores, en un proceso claramente dicotómico en el que, rara vez, había contacto entre ambos extremos del mismo. Esta co-creación se basa en diferentes conceptos que se suman para definir este proceso global.
En primer lugar tenemos el concepto de diseño social; en él encontramos el interés del mundo del diseño de abordar problemáticas sociales y ofrecer soluciones basadas en criterios de diseño. Por tanto, ya no se trataba de definir productos y servicios que había que vender a la gente, el diseño social proponía diseñar en cuanto a los intereses de la gente.
La co-creación se encuentra íntimamente ligada también al concepto de diseño participativo. El diseño participativo implica el cambio de perspectiva por el cual, a la hora de definir soluciones a una problemática, se implica a los afectados, en todas las fases el proceso, siendo espacios de trabajo totalmente horizontales en los que se valoran equitativamente todas las aportaciones y se da mucha importancia a la manera en que se percibe la situación y a procesos paralelos de formación como fuerza para generar cambios. Conceptos influyentes dentro del diseño participativo fueron la” Investigación-Acción Participativa” o el “diálogo de saberes” definidos en textos de autores como Kurt Lewin, Paulo Freire, Oswaldo Fals Borda o Tomás R. Villasante.
Un tercer pilar de los procesos de co-creación o co-diseño tiene que ver con lo que se ha llamado innovación/creación abierta. Esta forma de trabajo tiene que ver con las posibilidades de ampliar el conocimiento al volcarlo en una comunidad abierta en la cual todos son libres de hacer aportaciones, proponer mejoras, desarrollar partes concretas… teniendo versiones de la solución que siempre son susceptibles de ser mejoradas. Esto abre mucho el abanico de posibilidades para encontrar propuestas mejores ya que se sale de los recursos limitados de un colectivo, empresa o iniciativa concreta. Es aquí donde entran conceptos como los procesos interdisciplinares o transdisciplinares, en los que se superan también las limitaciones de los enfoques basados en una sola disciplina que controla el desarrollo del proceso, dejando entrar en él visiones disruptoras provenientes de otras disciplinas y nuevos puntos de vista más ricos y complejos para afrontar los proyectos. De ahí nacen las colaboraciones de artistas con informáticos, arquitectos con sociólogos, geógrafos con psicólogos…
Todos estos conceptos llevan tiempo ya intentando definir nuevas formas de hacer ciudad y procesos de democratización del medio urbano y han sido centro de transformaciones muy interesantes y de propuestas novedosas con las que mejorar tanto los entornos urbanos, como a las comunidades que los habitan.